En
la vida oscura, así la llamo, siempre estoy huyendo. Me persiguen los leones,
están en todas partes, leones enormes de grandes melenas, con garras afiladas
como cuchillos y dientes enormes que, al abrir sus fauces, reflejan en ellos
los rayos de luna. Reflejos terribles de miedo y de muerte. En esta otra vida
solo existe el miedo a la muerte. Me acosan, me persiguen con sus servidores.
Estos, los servidores, van de cuatro en cuatro y visten de blanco, blanco
inmaculado. Son taimados, traidores que te cercan, te acorralan, te aprisionan,
inmovilizan tus brazos y luego te ofrecen a las fieras sanguinarias.
Al
principio creí que soñaba: solo eran pesadillas, producto de los nervios y de
la tensión del trabajo. Pero un día desperté sangrando profusamente con
profundos cortes en el pecho. En la vida oscura, un león enorme me había herido
de un zarpazo. Desde entonces dudo ¿Cual de mis dos vidas es sueño?, o ¿son dos
vidas?, o ¿son dos sueños...? O, tal vez, estoy perdiendo el juicio y me estoy
volviendo loco. Pero aunque no los quieran ver, en mi pecho hay zarpazos.
—Oigo
voces.
—Tenga
cuidado. Hoy se despertó muy alterado, tuvimos que ponerle la camisa de fuerza.
FIN
©Luis Casao Benedí
Gracias Luis por tu colaboración y por aportar a este humilde blog, parte del inmenso talento que tienes. Es un honor leerte pero sobre todo tenerte como amigo.
ResponderEliminarEn lo referente a la frase final, creo que soy yo el más afortunado.
ResponderEliminarTe agradezco tus comentarios y el privilegio de permitirme ocupar un espacio de tu Blog.
Un abrazo.
El relato es maravilloso. Enhorabuena Luis.
ResponderEliminarMe gusta que te guste. Gracias.
EliminarSalud y República ;))