Vio desvanecerse su vida,
y la dulce ilusión que soñaba esperanzas,
cuando la vio perderse en las brumas
de las oscuras sombras.
Fue juguete del fugitivo viento,
que azotaba su cara y secaba sus lágrimas.
Su recuerdo fue constante martirio en su memoria,
y espinas de acero en el pensamiento.
Cómo manto gastado
arrastraba su pesar desvanecido.
¿Cuanto tiempo sintió llevar el cáliz de la duda
Aquella brisa, si, aquella de la bocanada fresca,
la que hacía brillar el marfil de tus pupilas,
ahora es viento huracanado, frio y huraño,
y con él, te has marchado
en busca de otro perfil para seguir haciendo daño.
Más pobre de aquel que pruebe el sabor de tus labios.
Pregúntale si sabe llorar,
porque terminará ahogado en su propio llanto.
¡Anda corazón!, ve y forja otra historia,
yo ya no quiero esperanzas, ni siquiera memoria.
Y hoy en mí desventura,
en mí inmenso quebranto,
El cascarrabias
Bellísimo Juan Miguel....
ResponderEliminarGracias Elena, eres muy generosa en tus elogios. Esta primavera esta siendo fructifera en inspiraciones. Seguro que despues llegaran momentos de sequia. Un abrazo.
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